*Sus manos, otra vez, cuánto habrán tocado esas manos, no, no son manos ahítas, de ningún modo, entonces, arrinconada en su abrazo, le pregunté balbuceante, dónde, dónde se volvía después del amor, cuál era ese lugar.
- ¿ Temes llegar ahí?- Me inquirió, y el brillo de esos ojos castaños habría avergonzado al mismo sol.
- No siempre es cálido ni acogedor..- respondí con un hilo de voz.
- No tengas miedo, somos nosotros, tú y yo, está en nuestras manos.- me dijo.
Es lo que está en mi corazón.
Marcela Serrano- Lo que está en mi corazón
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